La persona tiene dos tipos de dignidad que al final se convierten en una sola.
LA DIGNIDAD ONTOLÓGICA: Es la dignidad que posee cada ser humano desde el momento de nacer, no existe una persona que no posee dignidad.
LA DIGNIDAD MORAL: Este tipo de dignidad se va desarrollando a lo largo de la vida del ser humano y es a través de sus actos.
La persona es el ser digno por excelencia por encima del cosmos, la materia, las plantas y los animales. La persona los supera de manera radical porque se sitúa en un plano muy distinto y superior: el de la personalidad y el espíritu. Por eso se dice que solo la persona es digna en sentido radical.
La dignidad de la persona es una perfección intrínseca y constitutiva, esto quiere decir que depende de la existencia y características esenciales de su ser, no de las capacidades de ejercitar determinadas cualidades. Toda persona es digna con el solo hecho de ser persona.
Toda persona esta en la obligación de buscar su bien, pero no utilizar su libertad para otros fines que iría en contra de su dignidad.
La dignidad de la persona hace que cada hombre y cada mujer sean irrepetibles e insustituibles las características que cada ser humano posee nos hacen comprender que cada persona es única y por lo tanto tiene un valor irrepetible, independientemente de sus condiciones físicas he intelectuales.
El cristianismo es el que insiste siempre en defender el valor de la persona, la dignidad intrínseca de la persona, independientemente de su sexo, cultura, valor, riqueza solo se ha impuesto de manera afectivas gracias al cristianismo aunque se ha ido generalizando como un valor civil que ha sido aceptado por otras sociedades y culturas.
Fue la iglesia la que insistió en la dignidad de toda persona y también ahora es la iglesia quien continua en su tarea de la defensa de la dignidad de toda persona.
A continuación, se presenta el capítulo I de la constitución pastoral Gaudium et spes, que hace referencia al concepto humanístico y católico de la dignidad del hombre, la cual, lo define. Esta concepción del hombre forma uno de los cimientos más importantes de la educación.
En resumen, verdades fundamentales que resalta este documento:
1. El hombre es imagen de Dios
2. Es una unidad de cuerpo y alma
3. Por su razón, participa de la inteligencia divina, naturaleza intelectual que debe perfeccionarse por medio de la sabiduría.
4. La dignidad de su conciencia moral le viene de una ley que no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer: hacer el bien y evitar el mal.
5. Esta orientación al bien sólo la logra con el buen uso de su libertad
6. El hombre tiene un destino feliz situado más allá de las fronteras de la muerte corporal.
7. Esta dignidad alcanza su razón más alta en la educación del hombre a la unión con Dios.
Estas verdades fundamentales nos ayudan a orientar nuestro criterio en el momento de emitir un juicio y una valoración ante cualquier teoría, método y técnica pedagógica.
En resumen, verdades fundamentales que resalta este documento:
1. El hombre es imagen de Dios
2. Es una unidad de cuerpo y alma
3. Por su razón, participa de la inteligencia divina, naturaleza intelectual que debe perfeccionarse por medio de la sabiduría.
4. La dignidad de su conciencia moral le viene de una ley que no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer: hacer el bien y evitar el mal.
5. Esta orientación al bien sólo la logra con el buen uso de su libertad
6. El hombre tiene un destino feliz situado más allá de las fronteras de la muerte corporal.
7. Esta dignidad alcanza su razón más alta en la educación del hombre a la unión con Dios.
Estas verdades fundamentales nos ayudan a orientar nuestro criterio en el momento de emitir un juicio y una valoración ante cualquier teoría, método y técnica pedagógica.
Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y del dominio de sus actos. “Quiso Dios ‘dejar al hombre en manos de su propia decisión’ (Si 15,14.), de modo que busque a su Creador sin coacciones y, adhiriéndose a El, llegue libremente a la plena y feliz perfección”(GS 17):
El hombre es racional, y por ello semejante a Dios; fue creado libre y dueño de sus actos.
(S. Ireneo, haer. 4, 4, 3).
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